
Una vez más, el gobierno nacional y popular sufre una nueva embestida del bloque dominante, que apunta con más virulencia que nunca a desestabilizar y acortar el período de CFK.
Toda la previa al proceso que hoy vivimos fueron las operaciones con el dólar ilegal, mercado ilegítimo con inusitada presencia en los grupos mediáticos de la derecha. Nadie puede pensar que fueron los pequeños ahorristas quienes provocaron el alza de las divisas: el BCRA informó oportunamente los nombres y apellidos quienes buscaron debilitar la fortaleza del gobierno.
Con la liberación del dólar para el ahorro, se empezó a hablar de devaluación y se prosiguió con el plan de deterioro del bolsillo de las grandes masas asalariadas que no han visto un dólar ni en figuritas. Así, se están desarrollando las maniobras especulativas de siempre, con aumentos desmedidos e injustificados de productos y bienes que nada tienen que ver con el mercado de divisas ni con la importación. Una vez más, se da el círculo vicioso de los grupos dominantes durante la década kirchnerista: los medios fogonean el caos y el malestar que ellos mismos provocan, agitando los fantasmas de la hiperinflación y el desabastecimiento. Se da una suerte de invisibilización del proceso económico, el aumento desmedido de las naftas, el retraso en la exportación de granos, la desaparición de mercaderías en las góndolas, etc., parecen ser hechos ajenos a los actores económicos.
Todo esto, claro, va acompañado de una lectura política, enarbolada por los medios antikirchneristas y sus empleados (periodistas y políticos). Esa lectura busca comparar el período actual con el que precedió a la dictadura del 76. Cristina Fernández es una presidenta enferma y ausente que, superada por las circunstancias, toma decisiones erráticas y es incapaz de acabar con las internas en su propio gabinete (acusaciones similares disparaban hacia Hipólito Yrigoyen durante su última presidencia). El proceso, por supuesto, debe finalizar como hace 40 años: la política abandona su lugar para cederlo a las elites de siempre (en este caso, a manos de un golpe económico, como el que sufrió Raúl Alfonsín).
La realidad es otra.
Cristina Fernández gobierna el país con mano firme, apoyándose en sus colaboradores de confianza: el Jefe de Gabinete, el Ministro de Economía, y muchos otros, en sus carteras específicas. En medio de una crisis global, el Estado argentino continúa trabajando para que no se resienta la situación de crecimiento que los argentinos atravesamos desde hace once años (el lanzamiento del Plan Progresar y el reciente aumento en la Asignación por Escolaridad son una muestra de eso). Para ello, es menester no avalar ninguna maniobra especulativa por parte de los empresarios, haciendo valer nuestros derechos como consumidores. Se equivocan quienes esperan una claudicación de nuestro gobierno ante esta nueva coyuntura: el rumbo sigue siendo el mismo. Es el rumbo que instauró la Asignación Universal por Hijo, el que hizo de los aumentos jubilatorios sostenidos una realidad, el que constituyó la realidad de las paritarias que ahora son ya incuestionables. El rumbo, en definitiva, que, en mayo del 2003, optó por privilegiar a las mayorías populares, en desmedro de las oligarquías egoístas de siempre.
A quienes esperan un retroceso, les contestamos que seguiremos militando como siempre, hasta agotar nuestras fuerzas, por la continuidad de la autoestima que recuperamos como pueblo, como país, como Patria, como Patria Grande.
Leg. Susana Dieguez